Las voces pocas veces pintan paisajes, y no es casualidad que la voz de
América nos haya regalado una marina, un fresco en tonos azules que
cuenta la historia de Alfonsina.
La historia que hoy cuento es sobre la Alfonsina que pintó una mujer que
deleitaba mi intelecto, una cantante que solía ser abogada. Su voz
resonó, vibró, nos enamoró, y dejó al auditorio sumido en una
melancolía; impávido, me tomó por sorpresa al sentarse a mi lado cuando terminó de recitar su pieza. Le
dije al oido: "soy su admirador"... a lo que respondió "ya lo eras".