miércoles, 18 de febrero de 2009

La chica de hielo/Crisis existencial III

"Buenas tardes", repetía para mis adentros. "Si dices 'buenos días' parecerás un estúpido". Trazé con maestría mi plan perfecto. Si comenzaba ella la plática se haría más fácil y probablemente preguntaría mi edad, rápidamente saldría lo de la escuela y probablemente se admiraría de que cursara la licenciatura, ya que ella iba comenzando la preparatoria. Sin precipitarse. Miré mi sudadera y sin meditarlo había elegido la de mi antigua compañía de teatro, genial. Sólo tenía que preguntar por la marca de la sudadera y soltaría toda una historia sobre mi vida en las artes.
Pero si ella sólo me sonreía necesitaba entrar en acción. "Quiero un helado, pero de los diablitos". No, debía ser claro y no utilizar muletillas "Hola, buenas tardes. ¿De qué sabor tienes helados?". Y ya entrados sería directo "¿Cómo te llamas?". Claro que no sabía cómo era su voz, ella es muy pequeña y apenas hemos cruzado las miradas, dudo que tenga noción de mi. Hace una semana fui con mi hermana por una paleta y me tomó de sorpresas verla ahí, el apetito desapareció y no dije ni una palabra, pero me despedí con una calurosa sonrisa que inesperadamente me regresó.
Tendré que enfrentarla yo solo, si voy con alguien de la familia se rompería el encanto, pero sería buena estretegia para "romper el hielo", algo cómico tratándose de una paletería. Tenía preparado hasta el sabor de mi "diablito", no darle cambio para tener más tiempo e incluso las palabras para saludar "Buenas tardes, ¿de qué tienes helados?"
Mis pasos eran cada vez más rápidos sin que me diera cuenta de que faltaban unos pocos metros, un señor en bicicleta, un perro, dos carros estacionados. Intenté bajar la velocidad, pero ya estaba frente a la paletería. De instante no vi a nadie, pero mis ojos buscaron desesperadamente hasta que en una fracción de segundo se ilusionaron; sin embargo era el dueño quien atendía.
Ya será otro día, por lo mientras tomo un delicioso helado de tequila.

Te encontré. La voz de una musa que sólo existe en mi mente evoca tu hermoso cuerpo. La maldita crisis tiene tu nombre. Tan perfecta, tan delicada, tan sensual... tu. Sostengo tus fotos aferrado, pensando que volverás. ¡Es eso! Sufro porque volverás. Un extraño me dijo que volverás.
Pienso escapar, no me detendré. No fue normal, no cambié de piel y ni siquiera me siento raro.

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